Hace unas semanas volvieron a reponer en televisión la
película El jurado "Runaway" (2003) del director
Gary fleder y basada en la novela de
John Grisham.
Dustin Hoffman interpreta a un abogado WendallRohr que
defiende los intereses de una viuda y que
protagoniza uno de los momentos vibrantes de la película: el
interrogatorio del magnate de la industria armamentística americana, cuyo testimonio es crucial en el juicio.
El interrogado sabe que no debe perder los nervios.
Sin embargo, tras varias preguntas directas y lanzadas de forma
interrumpida por el abogado:
- se siente acorralado (al formular las preguntas el abogado no le deja ni respirar),
- pierde el control, contestando agresivamente y
- nos muestra su verdadero carácter (muy alejado de lo que su defensor ha querido mostrar al jurado).
Cuando actuamos en sala la situación se aleja mucho de lo
que muestran las taquilleras películas
de Hollywood:
- - El juez, si avasallamos al testigo, si somos muy agresivos con él o no le dejamos contestar: nos va a cortar e incluso a reprender.
- - Mostrar agresividad al interrogarle, lejos de dar el resultado esperado, a menudo se vuelve en contra (perdemos la razón al pretender imponerla al interrogado).
No obstante no está de más que mostremos de algún modo, aunque
sea tan solo un indicio (salvo que se nos de "más cancha"), el carácter del interrogado sea parte,
testigo o perito, pues una cosa es lo que se dice de él, y otra como es realmente. Lo que incide en sus actos y en la apreciación de los mismos por el juez.
Por ello previamente y antes del juicio debemos recabar
información sobre él.
Si es tímido Si es colérico
Se busca asustarlo Se busca enervarlo
Si es Tonto Si es vanidoso
Se busca ponerle trampas Se busca halagarlo
Si es experto
Se busca estar poco tiempo
Si es prolijo
Se busca conducirlo fuera de la causa Se busca refutarle con frases cortas
Al iniciar el interrogatorio debemos ser amables para
que no se ponga a la defensiva y comenzar con preguntas cortas y rápidas
(procurando no sean impertinentes, reiteradas o capciosas) hasta que pierda el
control, para llevarle a decir lo contrario o al menos neutralizarlo de modo
que pierda credibilidad.