jueves, 6 de noviembre de 2014

6 reglas básicas para un buen alegato


El resultado del juicio se decide con frecuencia tras el alegato final del abogado.




Por ello no hay que descuidar su preparación previa y debemos ser capaces de utilizar todas las herramientas que faciliten nuestro objetivo prioritario: convencer al juez.

Un juicio bien realizado, precisa de una demanda o contestación –fruto de un estudio profundo del asunto –, de pruebas suficientes en apoyo de la pretensión, y de un brillante alegato final.


Si nos saltamos alguno de estos pasos,o los

realizamos de forma deficiente: 

Corremos el peligro de estar cargados de 

razón, que el juez opte por no dárnosla. 


Las reglas básicas a seguir no distan mucho  de las de los buenos oradores en sus conferencias:  

  • Prepararlo con la debida antelación.
  • Pensar a quien va dirigido  (ello nos obliga a conocer el criterio que mantiene en sus sentencias y porqué no,  la personalidad del juez).
  • Ser breve (no debemos olvidar que la agenda del juzgado contiene un mínimo de  cinco juicios  al día por juzgado).
  • Marcar el principio y el final (los estudios revelan que se pierde atención a la mitad del discurso,  y que lo último que se escucha del alegato es lo que el juez recuerda primero).
  • Utilizar un lenguaje claro y directo sin utilizar términos vulgares que desmerezcan el alegato.  
  • Identificar cada idea clave con un concepto y  prueba (se trata de persuadir al juez con aquellas pruebas que nos han resultado más favorables,  especialmente documentos y periciales). Para ello previamente debemos haber preparado el alegato y las preguntas que vamos a formular durante el juicio. 
 Hasta la más sencilla exposición debe ser fruto del buen hacer del orador,  de modo que nuestro trabajo no  termina con la vista o sentencia sino que una vez realizado,  debemos  fijarnos en los errores cometidos y aprender de cada uno de ellos, porque de ello depende el éxito de futuros alegatos.

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